martes, 27 de enero de 2009

HACER LEÑA DEL ÁRBOL CAÍDO


¡Qué bonito se hace hacer leña del árbol caído! ¡Qué lindo queda criticar o enardecer los comentarios de un jugador!
Resulta que a Enzo Maresca le están lloviendo las críticas, más que las alabanzas, por decir lo que piensa. Y también por decir las cosas cómo son en estos momentos. Es cierto que el jugador esté en estos momentos tan agrio y malo por su actuación en los últimos encuentros, que no encuentre el sitio en el campo, que se le asigne la suplencia o que se le sustituya y que nunca termine un encuentro. Todo ello es, hasta cierto punto comprensible.
Los humanos tenemos el grave defecto de anteponer las acciones dañinas de las que somos objetos a las muchísimas generosas que recibimos. Es la ley humana y con ella tenemos que vivir.
¿Por qué no nos paramos a pensar que posiblemente sea él el portavoz de los jugadores? ¿Puede ser posible que, al no haber un líder en el vestuario, tomen a Maresca cómo al más “arrojado” para plantar cara al mal hacer del equipo?
Es cierto que hoy por hoy existe un descontrol en el centro del campo sevillista por las ausencias de los Poulsen y Keita que, cuando actuaba Maresca, era el delirio verlos jugar.
Y sin embargo él era el creador del juego. Poulsen era el destructor y Keita el enlace entre la media y la delantera, que siguen siendo Luis Fabiano y Kanouté.
Raro se me hace pensar que éstos dos últimos no han sumado juntos ni la mitad de los goles que Luis Fabiano marcó el pasado año. A ningún sevillista se le ha pasado este dato por alto. Al igual que a ningún sevillista se le pasó por alto el darse cuenta que el equipo no es el que era, que las rentas de los 38 puntos se debe al rescoldo que quedó del buen hacer del equipo en el pasado año. El pasado año era un bloque compacto, sin apenas fisuras y hecho para campeón.
Y a quién me responda que también el pasado año entrenó al equipo Manolo Jiménez, podría decirle que entonces la gravedad de los malos resultados recae en haber vendido a estos tres colosos –Poulsen, Keita y Dani Alves.
Vendiendo a Dani Alves, la caja aumentó sus caudales, pero dejó por siempre a Jesús Navas sin su “complemento ideal”.
Vendiendo a Keita se perdió un gran chutador y un gran futbolista omnipresente y que veía los huecos cómo nadie. Y Maresca perdió a su “complemento ideal”.
Vendiendo a Poulsen se perdió a un gran destructor que hacía las veces de enlace en la delantera y cobertura a la defensa.
Vendiendo a Hinkel se perdió a un gran defensa –internacional en la selección alemana-y que, aunque no era un Alves, sí podía haberlo sustituido.
El equipo se desarboló y, ante esa tesitura, Manolo Jiménez se ha visto desbordado. Simplemente no puede. Le viene ancho, grande y lo peor sin visos de solución.
Si falta un líder sobre el terreno de juego –todo el que haya jugado al fútbol lo sabe- el equipo no funciona. Le falta el alma mater, echan de menos a su verdadero capitán y no al que designa el entrenador. El que mueve al equipo. Y en el Sevilla FC por desgracia, de una tacada, salieron tres.
Éste podría ser el año del Sevilla FC. Pero se quedó en que pudo haber sido y no fue.
Pecando de benévolo podría decir que la culpa del desastre sevillista no la tiene ni Maresca, ni Manolo Jiménez... “Son nuestras decisiones - y no las circunstancias de la vida – las que determinan nuestro destino”.
Que cada cual saque sus propias conclusiones.

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