sábado, 17 de octubre de 2009

SÓLO FUE UN TRASPIÉS

Negredo, en el tiempo que jugó, siempre tuvo a dos a su lado.



Por un paupérrimo 1-0 fue vencido esta tarde el Sevilla F.C. ante un Deportivo muy afanoso, con ganas de sentar las bases y presentar su candidatura a la Liga. Podemos decir que este año la liga de las estrellas está quizá más compensada que años anteriores.
Que el Sevilla F.C. tenía su objetivo marcado en arrancar un resultado positivo y definitivamente plantar cara a sus dos adversarios que siempre optan por el campeonato de esta competición, era clarividente. Pero, después de un primer tiempo vibrante y que un trallazo de Juan Rodríguez desde 30 metros colándose por la escuadra del meta sevillista Javi Varas, diera al traste con ese objetivo, no significa que el equipo sevillista haya dicho ni tan siquiera “hasta luego”. Está muy vivo.
La segunda parte de este espectáculo grandioso fue netamente del Sevilla F.C., pero son los designios del balón caprichoso que esta tarde no quiso traspasar la línea de gol de la portería coruñesa.
Perder por la mínima es, como todas las derrotas, dolorosa y fastidiosa, pero viendo el juego que desarrolló el Sevilla F.C. no tenemos por qué temer que su ambición al título liguero se resquebraje. Me gustó el Sevilla F.C., siguió viéndose a un equipo serio, bien plantado y con unas hechuras de conjunto homogéneo y compacto.
Decir que la falta de Luis Fabiano hubiese cambiado las cosas, se me antoja comparar al multimillonario CR9 cuando el Madrid perdió aquí en el Sánchez Pizjuán. No sabemos qué hubiera pasado y, como no somos videntes, no hablamos de ello.
Para que se cumpla ese porcentaje de puntos que al comienzo de la liga posteé, creo que M. Jiménez lo tiene, como decimos por este mundo andaluz, a huevo. Sus próximos rivales Español y Villarreal en casa y Xerez fuera, hacen presagiar un contundente 24 puntos, o lo que es propio 8 de 10.
Duele, escuece esta derrota, pero tenemos fútbol de calidad que es a fin de cuentas lo que verdaderamente importa. Se puede jugar bien y a pesar de ello perder. Pero es lo mínimo, mientras que jugar mal, se puede ganar de casualidad.
Llevamos el buen camino.

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